Nuestro mayor enemigo cuando hacemos una dieta para bajar peso es el hambre.
El hambre es un enemigo poderoso. Juega con uno de nuestros instintos primarios que es el de alimentarse, por eso gana muchas batallas … pero no nos ganará la guerra.
Como todos nosotros/as, yo también he sufrido sus “ataques” y lo he pasado realmente mal. Digamos que no es nada cómodo que en tu mente se esté librando una batalla entre tu fuerza de voluntad y tu ansia por comer, pero un día dí con un truco un tanto infantil, todo hay que decirlo, pero que a mi en lo particular me resulta muy motivador.
En primero lugar, tengo que aclarar que no estoy hablando del hambre por no comer, sino de ese sentimiento de insatisfacción que todos hemos tenido en alguna ocasión, aun habiendo comido hace unas horas.
Como les decía, lo que estoy haciendo ahora es simplemente utilizar la cabeza para pensar. Soy perfectamente consciente de que estoy haciendo las cosas medianamente bien, y que alimento no me falta, es decir, que no me voy a morir de hambre.
Así mismo, también soy consciente de que esa “ansia” por comer es pasajera. Además, no duele, es sólo un sufrimiento psicológico … ¿por qué nos vamos a amargar torturandonos a nosotros mismos?
En vez de pensar lo desgraciaditos que somos por el hambre que tenemos, vamos a alegrarnos porque sabemos que ese síntoma es porque estamos haciendo las cosas bien. Imaginas que, mientras tienes hambre, toda la grasa que nos sobra se está quemando, es decir, ¡ESTAMOS CONSIGUIENDO NUESTRO OBJETIVO!
La lucha contra la obesidad es una guerra, y en todas las guerras se libran pequeñas batallas.
La próxima vez que les de un ataque de hambre, piensa por un momento lo que les he dicho. Paremos a pensar por qué tienes esa sensación, y sopesa los pros y los contras. El no saltarse la dieta ganará por goleada y, por si esto fuera poco, os dará un empujón psicológico de fortaleza al ver que has podido vencer a la tentación que llamaba a la puerta
No hay comentarios:
Publicar un comentario