El rojo aporta calidez, el negro resulta enigmático e intenso, combinados con la pulcritud del blanco, y la sobriedad del gris, crean ambientes que seducen por su elegancia contemporánea.
Cuando se trata de atrapar toda la atención, el color rojo y el negro no tiene rival. Mientras que el primero imprime a las estancias fuerza y calidez el segundo recrea ambientes sofisticados que no obstante, pueden llegar a ser sombríos si se abusa de su presencia. Para no saturar y crear esquemas equilibrados utilizados en pequeñas dosis y siempre combinados con tonos neutros, como los blancos que aporten ligereza.
El contraste de blanco y negro, pese a su inmerecida fama de frío y austero, resulta elegante y chic, siempre que se utilice en su justa medida. Por supuesto, el total look queda reservado para los más atrevidos, pues requiere una sabia combinación de acabados y materiales, así como e dominio de la iluminación, para extraer todos los matices. Sin embargo, estos colores ofrecen un extenso abanico de tonalidades con las que jugar para crear un entorno que sea estimulante.
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