En vez de espinas, cables, y en lugar de escamas, sensores. Así son los peces-robot diseñados por un equipo científico británico para detectar contaminación y que realizará sus ensayos en el puerto de Gijón en 2010.
Los peces-robot, del tamaño de una foca (en torno a 1,5 metros) están equipados con sensores químicos para localizar contaminantes potencialmente peligrosos, como filtraciones de barcos o de tuberías subterráneas. El robot, con aspecto de carpa, cuesta unos 21.250 euros e imita el movimiento de un pez real. Los científicos han creado hasta cinco modelos parecidos. Si las pruebas en el puerto de Gijón tienen éxito, el equipo planea utilizarlos en ríos, lagos y mares de todo el mundo.
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